HISTORIA
DEL COLECTIVO PORTEÑO
Considerado un invento argentino y desmitificado
por historiadores del tema que encontraron experiencias
similares en otras partes del mundo, el colectivo fué
un fenómeno que se dió en Capital Federal
y que con el correr del tiempo impuso un sello propio:
la utilización de chasis de camiones para ser
adaptados como pequeños ómnibus. Esta
característica fué la que lo hizo popular
y aunque se tratasen de Micro Omnibus, el término
colectivo se extendió a todo el país.
LOS PRIMEROS TRANSPORTES
En 1901 había 16 autos en el país y en
1905 ya circulaban 377 en la ciudad de Buenos Aires.
Para octubre de ese año comenzaron a circular unos 50
autos con taxímetro. Poco más tarde comienzan a circular
los primeros Omnibus, limitados por la tecnología de
los motores a explosión de la época que derivaban en
calentamientos, roturas mecánicas y por ende irregularidad
en los horarios del servicio.
El desarrollo en la industria automotriz
de los años 20 hizo que los vehiculos fueran más confiables
y efectivos, surgiendo nuevas líneas de ómnibus y promulgandose
las primeras ordenanzas municipales respectivas.
La capacidad de estas unidades era de
20/22 asientos pudiendo además transportar pasajeros
de pié. Con el desarrollo de una industria carrocera
incipiente y la importación de vehículos más grandes
la capacidad de pasajeros aumentó notablemente.
Tan es así que hasta se trajeron omnibus doble piso
procedentes de Inglaterra.
El transporte automotor de pasajeros
iba en auge y mientras los omnibus crecían en cantidad
de unidades y tamaño, los taxis que rebalsaban las calles
porteñas veían caer la cantidad de pasajeros transportados.
NACE EL COLECTIVO
1928 fué un año de crisis mundial, cuando
el dinero escaseaba, la gente no tomaba taxis en Buenos
Aires, y ante la escasez de clientela un grupo de taxistas
fué a ver a Don Diego Abad de Santillán (1897-1983),
historiador y luchador entonces director del diario
"La Protesta" para buscar una solución al
problema. En esos años el trabajo de los taxistas era
poco pues le había quitado clientela el ómnibus, tal
como el taxímetro se la quitó por entonces a los coches
de plaza o "mateos".
A Don Diego se le ocurrió que transformaran
los autos en un pequeño ómnibus, llevando varios pasajeros
por un itinerario fijado a un precio reducido por pasajero.
Así nació el colectivo porteño.
En el barrio de Boedo, los domingos se
formaban largas colas de autobuses para llevar gente
al hipódromo de Palermo. El pasaje tenia un costo de
un peso por persona, mucho menos de lo que cobraban
los taxis. En Septiembre de 1928 los taxistas hartos
de esta competencia comenzaron a pregonar un servicio
similar: "Al hipódromo por cuarenta centavos por
persona". De inmediato los ómnibus comenzaron a
vaciarse y todo el mundo se pasó a los taxis.
Así nació el Auto Colectivo
también llamado Taxi Colectivo, Taxi Bus o Micro Bus,
con recorridos fijos con los autos, levantando pasajeros
en paradas y a un precio unitario.
El primer recorrido establecido el 24
de Septiembre unía las calles Lacarra y Rivadavia con
Plaza Primera Junta con una escala intermedia en Plaza
Flores. La tarifa del Colectivo era un poco más alta
que la del Omnibus pero mucho más barata que la del
Taxi. El servicio se componía de 40 coches que podían
llevar hasta 5 pasajeros y la frecuencia era de 4 minutos.
Los colectivos operaban por número de
línea el cual era elegido libremente tomando por lo
general el de la línea de Tranvía u Omnibus con la que
competían.
De acuerdo al artículo publicado al respecto
en 1954 por la Revista El Hogar se extraen los siguientes
párrafos que amplían el tema:
"Los coches en
los lugares de parada establecidos se alineaban por
riguroso orden de llegada, obedeciendo las órdenes de
un inspector, y el público iba ocupándolos según el
turno de colocación, saliendo los coches con intervalos
de medio a un minuto"
"Hubo como en todas
las cosas muchos reacios al principio, pero cuando se
dieron cuenta de la facilidad con que se llegaba a las
zonas más apartadas de la ciudad por un precio tan económico,
hasta los más chúcaros se decidieron a hacerlo. Buenos
Aires que por entonces tenía una población de 2 100
000 habitantes estaba necesitando ya nuevos medios de
transporte. El tranvía no era suficiente, y los taxímetros
no estaban al alcance de cualquier bolsillo. El colectivo
que fué un invento exclusivamente argentino, resuló,
el término medio en la economía del pueblo, y como el
éxito coronó con creces la iniciativa, fueron muchos
los que se aprestaron a organizar servicios análogos,
aumentando las líneas en todos los barrios de acuerdo
a las necesidades de la población"
"A medida que los servicios
iban regularizándose fueron ampliadas las iniciativas,
como la de colocar letreros con el recorrido sobre los
parabrisas, o banderas argentinas como distintivo en
el capot de los coches, lo que resultaba de lo más pintoresco"
"La rapidez del colectivo era
más aceptada por el público, y eso lógicamente hizo
mermar el volumen de los pasajeros en los tranvías.
Con todo, las protestas hechas por la compañia de Tranways
Anglo Argentina se dejaron oír airadamente, por considerar
que la aparición de los colectivos hacía una competencia
desleal a la empresa"
"Al progreso era imposible ponerle
vallas, pués además de la celeridad con que se viajaba
y el descongestionamiento del tránsito logrado, ligando
velozmente los puntos más apartados del centro, ello
representaba la ocupación de más de 12000 obreros y
la simplificación de casi toda la actividad comercial
de la ciudad"
Cuando el espacio para 5/7 pasajeros
resultó insuficiente, comenzaron a modificar y ampliar
los coches llevandolas a 10. En la década del 30 los
ómnibus tenían entre 17 y 36 asientos diferenciandose
de los colectivos de 10 asientos. Además estos útimos
no estaban autorizados a llevar pasajeros de pié.
Con el correr de los años comenzaron
a carrozarse chasis de camiones y los colectivos se
fueron haciendo más grandes y de mayor capacidad hasta
transformarse en ómnibus.
BIBLIOGRAFIA: Revista
El Auto Colectivo 1993 / Revista El Hogar Anuario 1954
/ Todo es Historia Nº 252 Junio de 1988
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