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Recuerdos de la niñez
Un nostálgico viaje en omnibus del ayer

En esta nota intento rescatar aquellos elementos característicos del transporte que hoy ya no están a través del recuerdo de un viaje de mi niñez.

A los 10 años de edad hice mi primer viaje solo en ómnibus. No fue algo improvisado.
Mi madre ya venía dándonos todas las instrucciones a mi hermana y a mi en cada viaje que hacíamos juntos desde niños.

Tal línea era de tal color y era la que nos llevaba hacia tal destino. Tal otra era distinta e iba para otro lado.

Asì fue como llegó el momento de irme hasta la esquina y esperar que llegara el ómnibus. Para esta ocasión y como medida de prevención llevaba en el bolsillo los billetes justos para pagar el boleto.

Por entonces –segunda mitad de la década del 70- las esperas parecían interminables pero en días de semana el ómnibus no tardaba más de 6 minutos en llegar.

A una cuadra de distancia me aproximo al cordón para realizar la primera maniobra: extensión del brazo. La recomendación decía que debía ser bien visible para que chofer pudiera verme. Afortunadamente no fuì el único que lo estaba esperando.
Las mujeres y los niños subíamos primero, y ni bien paró la unidad me tocó a mi ascender billetes en mano. El chofer me entregó el boleto... y a pasar hacia el fondo.



El interior del ómnibus estaba hecho para los adultos. Los pasamanos eran inalcanzables por lo que debíamos asirnos de las manijas de los asientos. Las ventanillas eran más chicas que en los actuales y eso obligaba a ponerme en puntas de pié o agacharme para ver por donde iba. A eso se le complicaba que habìa coches con vidrios de colores –tonalizados-.

De todas formas los mojones de todo viaje –siempre que se diera la condición- eran cuando cruzaba una avenida o calle importante semaforizada y cuando el ómnibus doblaba para tomar por otra calle. Ahì nos ubicabamos enseguida.

Era tan importante este último hecho de doblar, que no me perdía detalle de aquel procedimiento en el cual el chofer daba innumerables vueltas de volante hacia un lado y otro como si fuera una calesita –no existía la dirección asistida-



Los volantes nacarados, tableros fileteados y la bocha luminosa de la palanca de cambios


Los conductores iban rodeados de caños que soportaban todos los elementos necesarios para la tarea. Las máquinas monedera y boletera, las cajas porta billetes con un elemento pesado encima que los mantenía aplastados impidiendo que se pudieran volar y una serie de agujeros donde el chofer depositaba unos conitos hecho con los billetes para dar el vuelto.

Por encima de la persona y en la cabina siempre habia un espejo grande o dividido en dos con un gran reloj que no siempre funcionaba. A ambos lados existían unos ventiletes que le permitían al conductor aliviar la temperatura especialmente en verano, al que seguro también se sumaba un ventiladorcito.



Puestos de conducción característicos. Foto de Arriba por sobre la cabeza del conductor y a la izquierda se ve una de las luces de colores accesorias. Cuerina con aplique reviste la parte trasera del asiento. Los espejos totalmente recubiertos perimetralmente con esas puntillas. Tablero acolchado con el semáforo luminoso!!! otro adorno típico. Observen la cavidad porta billetes al lado de la monedera y por debajo alcanzan a verse los cucuruchos hechos de billetes para dar los vueltos!!!
En la foto de abajo vemos el techo de cabina "capitonee", el mencionado reloj entre espejos y debajo los banderines, corbatitas y demás adornos que solían agregarse. Completa la visera de tela con puntilla y flecos. Los espejos también tienen su ornamentación y el tablero con mucho aplique de acero inoxidable.
En ambas fotos el infaltable volante nacarado, todo un proceso artesanal.


A medida que iban subiendo pasajeros me iba alejando del puesto de conducción. Esa pared humana hacía imposible poner en práctica uno de los ítems del procedimiento “cualquier cosa preguntale al colectivero...”
Es por ello que había que poner toda la atención posible para no perderse.

A diferencia de los coches de hoy donde existen caños verticales para tomarse, como dije anteriormente solo había un pasamanos por encima de las ventanillas del lado del asiento individual, y dos en el techo. Pero generalmente uno iba agarrado de los caños o "manijas" de los asientos.

Durante el viaje había personas que me veían chico y me ofrecían el asiento pero duraba muy poco esa comodidad por cuanto cuando si había una persona mayor o con niños en brazos había que cederlo de inmediato.
Es por ello que siempre me gustó viajar en el fondo y mi asiento favorito era el individual frente a la puerta de descenso o el enterizo del final –una tribuna de 5 localidades-




Vista del sector trasero del interior. En los coches de los años 60-70 se podían ver asientos voluminosos con muchos caños cromados y tapicería combinada. El cojín no era tan mullido pero eran cómodos.


La disposición de los pasajeros dentro del coche parecía llevar un orden impuesto. Las mujeres se sentaban generalmente en los primeros asientos y cuando la capacidad se completaba avanzaban hacia el fondo pero era prácticamente imposible verlas sentadas en el asiento de 5 del fondo.

Continuaba mi viaje aventura.“Cuando dobla por xxx contá tres cuadras y tocá timbre” asi seguía la recomendación. También te podían decir, cuando estés a la altura del 1700 por ej. y teníamos que estar pendientes de los números de fachada para no cometer errores. La cosa se ponía complicada cuando las cuadras tenían cortadas y uno no sabia si contarla como calle. Había una cierta adrenalina en todo esto.

Me dirigía a la puerta trasera para toparme con el eterno inconveniente de no llegar al pulsador del timbre. Desde la primera vez que viajé en ómnibus odié la ubicación de ese maldito botón: en el techo y arriba de la puerta. Inalcanzable para cualquier niño y ubicación de máximo riesgo si había que presionarlo cuando la puerta estaba abierta. Además no había caños de los que agarrarse.



Puerta trasera de descenso. El timbre por encima de ella era de dificil acceso. Observen los vidrios de puerta con esos adornos de hierro torsionados cromados y el espejo colgando del techo. Más adelante se incorporaron los caños verticales en este sector.


El incordio del timbre hacía que muchas personas -más si iban con niños- incumplieran la ordenanza de bajar por atrás y en medio del coche gritaban "en la esquina por favor" y bajaban por la puerta de ascenso.

Afortunadamente eso en el trolebús -en los Fiat- no sucedía porque los botones estaban en los parantes y había timbres distribuidos en todo el interior del coche. Había otros donde el timbre se tocaba por medio de una cuerda que recorria longitudinalmente todo el interior del coche.

Finalmente con la ayuda de otro pasajero que observó mi incapacidad para solicitar la parada, presionó el botón por mí y el coche se detuvo en la parada correspondiente donde descendí con rapidez.

Era muy común que el conductor no te viera por los espejos y arrancara o cerrara la puerta en pleno descenso. Este no fue el caso y pisé la vereda victorioso y con la certeza de haber llegado a destino al comprobar que en las esquinas estaban los sitios referenciales que de memoria iba repitiendo durante el viaje.



Luego de la misión había que volver. Era necesario ubicarse para saber la calle donde tomar el ómnibus de regreso que generalmente era la misma línea que pasaba por una paralela de la calle donde había descendido y el proceso se repetía en forma inversa.

Pero no siempre las cosas eran así. En el barrio el mayor de los grupos de chicos era a quién se le encomendaba el cuidado del grupo. Recuerdo que habíamos planeado ir todos al Cine Rose Marie en calle Entre Rios al 1200, teníamos que ir con la línea 225 pero el guía grupal se confundió de calle y tomamos esa línea pero en el sentido contrario. De pronto el chofer para el coche se levanta y nos dice “se terminó el recorrido, a donde van?” estàbamos en la otra punta del destino. Pero el chofer espera de por medio nos dejò permanecer y llegamos al cine con la película empezada...

Todo un Mundo

Recuerdo tantas cosas de los ómnibus de antaño, una multitud de elementos que hacía único a cada coche. Exteriormente el fileteado, los adornos y accesorios, las luces traseras que por forma y disposición eran distintas en cada uno.

Las ruedas también tenían aditamentos muy particulares. Podían tener la banda del talón pintada de blanco, las llantas pintadas o bien cubiertas por vistosas "tazas" cromadas.

En el interior y de noche la ambientación era un espectaculo. Luces de colores, adornos luminosos y otros aditamentos.

Y un sinnumero de unidades rendían su homenaje al tango a través del Zorzal Criollo pintado en la "espalda" del puesto de conducción, algunos de ellos con poesías o versos transcriptos.

La teconología parece confabularse con el universo del ómnibus, cómo no haber contado entonces con una cámara digital para inmortalizar todos estos elementos, los colores y detalles de aquellas coches.

Afortunadamente muchos supieron aprovechar la oportunidad y con la máquinas de entonces pudieron inmortalizar estos momentos, posando incluso junto a estas obras de arte rodantes para que hoy podamos revivirlas en esta nota.

 

 

Adrián Yodice
Buses Rosarinos
Marzo 2013

 

 


 

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Otros Recuerdos

 

Los Boletos

El boleto tiene un mundo propio que ya veremos en una futura nota.

Solo me voy a referir a que cada empresa-línea tenía su modelo de boleto característico.

Los de omnibus eran más grandes que los del trolebus. En un principio el boleto tenía impreso el valor del pasaje, pero la inflación y los constantes cambios en la tarifa hizo que dejara de incluírse.

Venían dispuestos en rollos que el chofer llevaba en la boletera. En la cabina había rollos de repuesto que estaban colgados en un dispositivo rudimentario.

Cada boleto tenía en la parte superior el nombre de la empresa o la línea en la que se viajaba. luego la leyenda Fórm P y un número que jamás supe qué significaba. Algunos dicen que era el número de Formulario que usaba el impresor

Infaltables las frases: Vale un Viaje y Rosario Cuna de la Bandera para luego pasar a los número de serie y número de boleto.

La mayoría de los pasajeros coleccionaban los boletos capicúas. Yo junté muchos boletos de chico porque era común que el color de los mismos fuera variando.

Los diseños eran variados. Los había enteramente liso en blanco o color, con franjas, barras, tramas o líneas de diferentes colores.

En el reverso del boleto siempre estaba presente el texto "El pasajero viaja asegurado por" y el nombre de la empresa aseguradora.Durante muchísimo tiempo fué La Equitativa del Plata

 

 

Los cartelitos

El interior de los ómnibus tenían un montón de cartelitos con indicaciones. Algunos estaban puestos en plaquitas remachadas y otros pintados con letra fileteada o imprenta.

También había unos "transparentes" plásticos dispuestos en el techo donde se colocaban los certificados de habilitación de la unidad, la desinfección, y el seguro obligatorio. El precio del pasaje podía ir aquí pero generalmente estaba en la cabina.

Entre las leyendas que más recuerdo figuran las siguientes

"Prohibido salivar"

"Prohibido Fumar"

"Prohibido hablar con el conductor"

"Prohibido abrir las ventanillas en época invernal o de baja temperatura"

"Descienda por la puerta trasera"

"Prohibido descender con el coche en movimiento"

"Mire atrás al bajar"

"Esta unidad es suya, cuídela"

"toque timbre"

 

 

Los pisos

En los primeros coches que viajé el piso del interior era de chapa. Estaba recubierto con listones metálicos dispuestos longitudinalmente en el pasillo y trasversalmente entre asientos.

La adherencia no era de la mejor considerando que en su mayoría los pasajeros utilizaban zapatos y las suelas no eran de goma. Ni qué hablar los días de lluvia cuando el piso se mojaba...

Los últimos coches con este tipo de piso en los que me tocó viajar fueron los internos 25, 26 y 27 de la línea 6 -Empresa Zona Sud- Todos eran Ford, los dos primeros carrocería Ala y el último un Luna. Circularon hasta el año 1982.

El piso de goma era mucho más seguro. En la zona del pasillo era acanalado y liso en la zona de los asientos.

Los había de varios colores, negros y marron en varios tonos.

 

 

Timbres

Había una multiplicidad de pulsadores. El más común era el metálico con aro de acero inoxidable. Podían ser redondos o cuadrados, ubicados por encima de la puerta donde bajaba el techo.

Muchas veces se rompía el mismo y era reemplazado por algún pulsador externo de baquelita o plástico. Si el cableado fallaba, provisoriamente se colocaba un cable pegado con cinta por afuera del revestimiento.

La ubicación de este elemento fué variando a medida que evolucionaron los diseños de las carrocerías. Cuando aparecieron los coches con ventanas panorámicas, se instalaban ventanillas por sobre las puertas y algunos tenían el timbre entre la puerta y ese visor.

Avanzados los años 80 comenzó a colocarse al costado de la puerta sobre un parante hasta que finalmente se llevó al lugar más lógico en el caño vertical frente a la puerta de descenso.

Los sonidos también eran muy variados. Los había más fuerte para que el pasajero escuchara si sonaba o no, el sonido practicamente no varió de los actuales pero se habíán incorporado también los "din don" usados en domicilios y el más recordado era el "timbre pajarito" que sonaba como el canto repetido de un canario.

Había unidades en las que se combinaba el timbre con el encendido de una luz en la cabina.

 

Las luces interiores

Desde mi ingreso al mundo del ómnibus urbano, las luces tenían plafones redondos metálicos con vidrio transparente cuya superficie era trabajada, no lisa.

De noche la iluminación no era de lo mejor, la intensidad de las lámparas variaban de acuerdo al régimen de marcha del motor. Cuando aceleraba se veía el salón más iluminado.

Después se incorporaron plafones más ovalados también de vidrio y base de fundición. Había quienes pintaban la mitad del vidrio de un color en la zona de cabina para dar otra ambientación. También a estos se le hacía un contorno de flecos.

En los 80 hubieron más variedades, plafones cuadrados, otros eran embutidos y se incorporó la iluminación por tubos fluorescentes. Recuerdo que los primeros coches que la adoptaron fueron los frontales OC1214 El Detalle de la Línea 303 de la empresa Fisherton S.R.L. en el año 1980.
El techo interior de estos coches era de lujo frente a los similares de otras líneas. Poseía un revestimiento de cuerina color claro que incorporaban las luminarias con los tubos para que no sobresalieran. En los años posteriores como la importación se cerró no hubo más coches con esta iluminación y muchos de las que la tuvieron se reconvirtieron a lámpara de filamenteo.

 

 

Las luces traseras

Para mí era muy interesante la identificación de la carrocería por las luces que tenían en la parte trasera.

Los más viejos que conocí tenían luces redondas u ovaladas dispuestas verticalmente a ambos lados y estaban unidas con un aplique metálico. Las que más me vienen a la memoria son las de la línea 59 de Transporte Automotor Gral.Azcuenaga en la época en que sus coches eran de color amarillo.

Había otras unidades que poseían unas de forma hexagonal estiradas que dispuestas verticalmente parecían rombos y por supuesto, las más utilizadas fueron las de uso automotriz.

La luz trasera de auto que más se utilizó a mi criterio fué la del Ford Falcon. Desde la redonda que iba embutida en la carrocería hasta la de los modelos posteriores sin llegar a la última versión de 1982.

La recordada eran las de la versión 1974. Esos faros se podían disponer en forma simple, dobles a ambos lados, dobles en escalera de ambos lados como usaban los Bi-Met o El Detalle.

Otra característica fué la de Costa Brava que utilizaba la del Fiat 125

En los 80 se usaron las fabricadas por la firma BAIM popularizandose una óptica muy grande que tenía a ambos extremos dos rectangulos verticales y en el medio un círculo con un ojo de gato rectangular por debajo. Eran las BIM L, a las que les decía "baimil". Luego vinieron otras de similar tamaño pero enteramente rectangular dividida en tres paños y con rayas horizontales.

También las hubo propietarias, El Detalle y Bus tuvierons sus propias ópticas pero los transportistas a la hora de reemplazarlas por roturas colocaban las standard.

Sinceramente las luces dan para escribir una nota aparte.

 

De chasis y carrocerías

Solo voy a nombrar a aquellos que más me llamaron la atención de niño y adolescente.

Los chasis tenían trompa de camión, estaban los siguientes:

* Mercedes Benz 911, 1112 y 1114 -este último mi favorito-

* Bedford con su característico sonido ronroneante

* Ford B600

* Chevrolet c50

El primer frontal que conocí fué el Mercedes Benz OC1214 que debutó en la línea 301 en setiembre de 1979 aprox.

Las carrocerías que recuerdo haber viajado en esas primeras veces son:

El Detalle, Ala, Luna, Costa Brava, Dic Visión, Bi-Met, Supercar, Vaccaro y Splendid

En cuanto a los trolebuses recuerdo haber viajado por primera vez en un MAN y luego en Fiat. Cuando después del Rosariazo vinieron los Mercedes Benz.
Yo creía que eran los más nuevos y pasaron a ser mis favoritos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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