Mi
primer viaje a Buenos Aires
Según dicen, cuando una persona
cumple los 18 años de edad se le abren todas
las puertas, y ante la posibilidad de tener el mundo
en las manos, por la mente se me cruzaron muchos deseos:
algunos cumplidos, otros aún esperan y otros
difícilmente se conviertan en realidad.
Entre tantos deseos estaba el de conocer la capital
de mi país y descubrir los misterios de una gran
ciudad solamente vista en fotos y películas.
Aprovechando las vacaciones en mi trabajo, tomé
la decisión de viajar tranquilo y sin tener que
mirar el reloj.
La
Partida
Fue el sábado 30 de marzo de 1974, me levanté
bien temprano y tras el beso y los sabios consejos de
mis viejos, la combinación de las líneas
de ómnibus 51 y 58 me depositaron en la Estación
del FerroCarril Rosario Norte.
Puerta de la Estación Rosario Norte. En el fondo
bajo la publicidad de cigarrillos se observa una unidad
de la línea 58 en su punta de línea -Callao
y Rivadavia-
Allí de inmediato me ubiqué
en la fila de la boletería de Clase Turista para
obtener el diminuto cartón que me permitiría
viajar en el rápido de las 7:30 rumbo a Retiro.
La suerte estuvo de mi lado, en un asiento para tres
personas me tocó el asiento del lado de la ventanilla,
compartiéndolo con otro joven de la misma edad
que yo y su madre, quienes casualmente viajaban por
primera vez a Buenos Aires.
Pese a ser una foto actual, el sector de boleterías
de Rosario Norte poco ha cambiado desde los 70 hasta
hoy.
El Trayecto
Mi primera impresión arriba del tren fue la higiene,
el orden y la puntualidad horaria y avanzando a marcha
moderada por las vías paralelas a la calle Vera
Mujica el tren comenzó a devorar los kilómetros
y luego de tomar la curva a la altura de la calle Uruguay
aumentó la velocidad.
Ya en la Provincia de Buenos Aires, en la Estación
San Nicolás, hizo su única y breve parada
para continuar a destino. Llegando a la zona del conurbano,
al pasar por debajo del puente del Acceso Norte, aminoró
la marcha por entrar en una sección en obras
y llegado el mediodía sabatino, el tren llegó
a su destino en el horario previsto.
El deseo a full
A bordo de un taxi Siam Di Tella me dirigí a
la residencia de mi tío Gregorio en Av.Santa
Fe al 1700 y ni bien bajé del auto el cielo se
ennegreció con una posterior lluvia que me hizo
maldecir a todos los demonios que me arruinaban el finde.
Por suerte la misma fue breve y el sol volvió
a brillar.
Por las calles porteñas un
taxi Siam Di Tella y detrás un micro ómnibus
Mercedes Benz
El sábado por la noche realicé
una extensa caminata por Av.Corrientes y ante mis ojos
y mis oídos, mi gran pasión!!: El rugir
de los Leyland Olimpic, el inconfundible escape de los
Mercedes Benz O321H y el rezongo de los Mercedes Benz
L312 con carrocería de una puerta; y algo típico
de los porteños, los coches con viseras.
El panorama se completaba con numerosos Mercedes Benz
1114, algunos 911 y de vez en cuando aparecían
algún Bedfrod, Chevrolet o Ford.
Domingo a la mañana viajé
en subte y pude comprobar cómo se viaja en minutos
muchas cuadras y por el módico valor de un cospel.
Al mediodía me encontraba en Plaza Miserere observando
estacionados sobre Bartolomé Mitre, al lado de
la estación, dos Ford Wayne de color naranja
(utilizados como transporte escolar). El primero se
anunciaba a la cancha de River Plate y el otro al hipódromo
de Palermo.
El lunes 1 de abril, para sorpresa de muchos, aumentaron
las tarifas en los servicios dependientes de la Secretaría
de Estado de Transporte y Obras Públicas. Ese
día realicé varias combinaciones entre
las que recuerdo aún, el Subte D de estación
Callao a Plaza Italia, desde allí la línea
47 a Liniers, pasando al tren eléctrico del FFCC
Sarmiento a Once y desde Once la línea 132 a
Retiro.
El Regreso
Caía la tarde de aquel 1 de abril, me despedí
de mi tío y me dirigí en el 132 con destino
a Av.Rivadavia y Catamarca para tomar el Chevallier
de las 19:30 de regreso a Rosario.
Vale aclarar algunos detalles, en esa época la
ciudad de Buenos Aires no tenía Terminal de Ómnibus,
no existía la autopista Rosario-Bs.As. y los
coches de servicio común no tenían baño.
El viaje en ómnibus a Rosario tenía una
duració de entre 5 y 6 horas. Mientras lo que
para muchos resultaba una odisea para mí era
un entretenimiento.
Cuando no existía la Estación de Omnibus
de Retiro, cada empresa tenía su propia terminal.
Abordé el coche interno 106 –un
Scania 110 carrocería DIC- y me tocó el
asiento 12 al lado de la ventanilla.
Al salir de Capital Federal ingresó a la Provincia
de Bs.As. por Av.Maipú. Luego de un laberíntico
recorrido por San Isidro se incorporó a la Panamericana.
Un error del chofer hizo que el coche ingresara al ramal
Pilar y tras ser advertido por el guarda, debió
realizar la maniobra de retorno y retomar el camino
correcto.
Avanzado el viaje el coche se desvió hacia la
ciudad de Zárate e ingresó a la terminal
de ómnibus. Allí los ómnibus ingresaban
de culata para poder salir de punta. Tras unos largos
minutos de parada para cargar encomiendas en la bodega
reanudamos el viaje.
Unidades Scania BR110 carrozadas por DIC
de la empresa Chevallier, similares a la de la historia.
Promediando el trayecto, el coche hizo
una escala obligada en el Parador Achalay en jurisdicción
de San Pedro. Un pebete mixto y una gaseosa fueron mi
cena.
Cerca de la medianoche el ómnibus cruzaba la
ciudad de San Nicolás y posteriormente cruzó
el centro de Villa Constitución y tras pasar
el Puente Molino Blanco ingresó a Rosario a las
0:45 hs., restaba media hora más para llegar
a la Estación Mariano Moreno.
Finalmente descendí en la esquina
de Ayacucho y Arijón... a 5 cuadras de mi casa!!!
Han pasado cuatro décadas y me
gustaría revivir ese primer viajae, pero los
tiempos han cambiado y el progreso hizo lo suyo. El
ómnibus ahora cubre el trayecto en cuatro horas,
ya no me deja a cinco cuadras de mi casa y tampoco hay
trenes que reorran 300 Km en cuatro horas y media
Pedro
Juan Luis Sotelo
Buses Rosarinos, Diciembre 2013
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