Inseguridad en los
ómnibus de elevada altura
Por Roberto Tomassiello - Especialista
en diseño de vehículo
En estos días,
se ha abierto una polémica acerca de las condiciones
de seguridad que pueden garantizar los ómnibus
"doble piso" en el contexto de nuestro país.
Veamos.
Desde hace más de dos décadas
la industria carrocera nacional produce con bastante
aceptación un inadecuado -y hasta insensato-
diseño de ómnibus de gran altura, concebido
fundamentalmente para servicios de larga distancia y
turismo. En tal sentido, las carrocerías "doble
piso", "piso y medio" y "piso elevado",
por sus proporciones, no garantizan la seguridad que
sería deseable, especialmente en maniobras bruscas
o por el efecto de los vientos laterales fuertes.
Cuando ocurren accidentes en los que
están involucrados ómnibus, suele advertirse
un fenómeno constante. Podemos decir que los
vuelcos tienden a "decapitar" las carrocerías
a la altura de la parte baja de las ventanas laterales.
En el caso de las unidades "doble piso", ese
efecto se produce en la planta superior, haciendo desaparecer
virtualmente todo lo que se ubica por encima del nivel
citado.
Pero, ¿por qué son inseguros
los ómnibus actuales? Porque en nuestro país
la inseguridad que se manifiesta en las unidades de
transporte colectivo se debe a varios factores; es un
problema de naturaleza sistémica.
Por un lado, parecería que hay
requerimientos ilógicos que los transportistas
demandan a los carroceros. Por ejemplo: una excesiva
altura de los ómnibus, para lograr una mayor
capacidad de pasajeros y carga, lo cual determina que
sean cada vez más inestables y endebles sus estructuras.
Por otra parte, la excesiva altura de
las carrocerías actuales, determina que en su
interior se construyan escaleras empinadas, con reducido
espacio para desplazarse y cuyos peldaños, por
sus dimensiones y geometría, pueden resultar
peligrosos para usuarios con movilidad limitada, como
ancianos o mujeres embarazadas.
Finalmente, los organismos oficiales
responsables del control deberían incorporar
normas estrictas y actualizadas sobre seguridad, una
deuda pendiente en el ámbito nacional.
A todo esto, debemos agregar que, en
el plano psicológico, da la impresión
que los usuarios inclinan su preferencia por vehículos
monumentales e impactantes, vaya a saber por qué
extraña razón del subconsciente. Parecería
que en el plano psicológico, las personas se
dejan llevar por el impacto sensorial, y no por el uso
de la razón.
Apuntes para el futuro
A modo de conclusión, considero
que la altura ideal para un ómnibus de larga
distancia es aproximadamente 3,50 metros, porque permite
a los pasajeros un cómodo acceso, sin demasiados
escalones internos. Asimismo, brinda una aceptable capacidad
de bauleras bajo el piso, según los requerimientos
lógicos de la cantidad de personas transportadas.
Los ómnibus -debemos tener en claro- no son simultáneamente
vehículos para transporte de carga y de personas,
como se los usa actualmente. O una cosa, o la otra.
Por lo tanto, creo conveniente recomendar
que se desaliente la construcción de unidades
de elevada altura, es decir más de 3,60 metros,
pero no digo que de un día para otro se prohíba
su circulación por las rutas de una jurisdicción
provincial. Esto último, hasta sería inaplicable
en la realidad, por lo cual no tiene sentido impulsar
una norma tan desacertada, como incomprensible.
Además, me ubico en el lugar de
un empresario honesto que creyó en el país
e invirtió, adquiriendo productos que, más
allá de sus fortalezas y debilidades, están
autorizados por la Comisión Nacional de Regulación
del Transporte (CNRT) para circular por el territorio
nacional. Si de pronto le dicen que no los puede usar
más, no me imagino cuál sería su
futuro. ¿A esto se lo puede considerar una muestra
de "seguridad jurídica"? ¿Quién
va a querer invertir en un país donde, de modo
arbitrario y en un instante, se cambian las reglas del
juego planteadas por la normativa en vigencia?
Me parece que los
países serios son los que planifican cada una
de sus acciones y, por lo general, lo hacen a largo
plazo. Eso habla de su calidad como naciones, y del
progreso que muestran como sociedades cultas
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