Rosario,
eje de la actividad económica
En
ese mismo año quedaron inauguradas totalmente las vías férreas del
Ferrocarril Central Argentino que unió a Rosario con Córdoba. Este
emprendimiento, al igual que el desarrollo de la navegación a vapor y
la actividad portuaria, constituyó un pilar de su rápido crecimiento.
El
1 de septiembre de 1874 abrió sus puertas el Banco Provincial de Santa
Fe, llamado a convertirse en la palanca del crédito productivo para la
región. En 1876 se construye un nuevo edificio para la aduana, de
imponente factura para la época, tenía bastiones y torres almenadas.
El movimiento portuario, que había crecido sin detenerse, así lo
demandaba.
La
primera exportación de cereales Argentinos a Europa partió desde
Rosario en 1878, partidas provenientes de Colonia Candelaria, de Carlos
Casado.
En
noviembre de 1883 se inauguró el Ferrocarril Oeste Santafesino que
unió a nuestra ciudad con una rica región cerealera. La línea llegó
primero a Colonia Candelaria, hoy Casilda, y luego continuó hasta el
sur cordobés. Construido por Carlos Casado del Alisal, la estación
local estaba situada en el actual Parque Urquiza, terreno privilegiado
para descargar los cereales.
Tres
años más tarde Buenos Aires y Rosario quedaron unidas por rieles, y
separadas por apenas siete horas de viaje; y en 1891 el Ferrocaril
Francés estableció la línea Santa Fe Rosario.
Para
1910 Rosario contaba con múltiples estaciones, que la vinculaban a los
principales centros de producción y consumo de la Argentina, y en la
que entraban y salían unos 100 trenes por día: Central Argentino,
Oeste Santafesino, Buenos Aires-Rosario (Sunchales), Compañía Fives
Lille, Central Córdoba, la Compañía General de Ferrocarriles en la
Provincia de Buenos Aires, y el Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano.
Este
sistema ferroviario significó la casi desaparición de las líneas de
vaporcitos que unían a Rosario con las poblaciones del litoral, y
obligó a esas empresas a ofrecer mejores servicios.
En
1885 la ciudad estaba unida con las principales ciudades europeas a
través de 10 líneas directas de buques de ultramar, con salidas
mensuales.
Hacia
mediados de la década del 80, la rivera del Paraná, entre las calles
España y el bulevar Argentino, hoy avenida Pellegrini ya se había
conformado un complejo portuario, gracias a los muelles particulares,
que utilizaban un barato sistema de canaletas que volcaban las bolsas en
las bodegas de los transatlánticos.
El
26 de octubre de 1902 se puso la piedra basal de las obras de
modernización del puerto de Rosario, que técnica y operativamente
pasó a funcionar como uno de los más importantes del mundo.
Expansión
demográfica y los nuevos servicios
Al
ritmo de este crecimiento se produjo una expansión demográfica nunca
vista. La llegada del aluvión inmigratorio y la colonización provocó
el nacimiento de centenares de nuevos pueblos y ciudades, y el aumento
de la producción agrícola.
En
1858, la ciudad tenía 9.785 habitantes; y veinte años después,
50.914. A partir de 1887 su incremento poblacional la convierte en un
caso único en Sudamérica, porque en ocho años casi duplicó su
cantidad de habitantes: 94.000 personas, de las cuales un 46% eran
extranjeros. En 1907 pasó a tener 150.000 y en 1914, 221.500.
El
intendente Grandoli firmó el contrato para la instalación de aguas
corrientes, servicio que fue librado al público en 1887. El agua que se
distribuía por la Compañía de Aguas Corrientes fue turbia y sucia
hasta principios del siglo XX, evolucionando lentamente en su
potabilidad. En 1891 se inauguró el alumbrado eléctrico, coexistiendo
con el sistema a gas.
El
intendente Santiago Pinasco presentó en 1905 un proyecto de
instalación de tranvías eléctricos, y un año después una empresa
belga comenzó el servicio público, que cubría la ciudad y sus
alrededores.
El
adoquinado de piedra de las calles de la ciudad cobró especial impulso
hacia 1888, y a partir de 1896 se utilizó también el adoquinado de
madera.
En
la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de abastecía de verduras y
hortalizas en el Mercado Sud,
creado en 1857 en la manzana de San Martín, San Luis, San Juan y Barón
de Mauá, donde luego funcionó a partir de 1904 el Mercado Central.
A
fines del siglo XIX la ciudad contaba con una prospera industria que
fabricaba los más variados productos, entre las que se destacaban por
su infraestructura, cuatro de aceites, dos de cervezas, y una refinería
de azúcar. Esta última, ocupaba en 1889 a 700 obreros.
Por
entonces surgieron el Club Industrial, el Centro Comercial, la Bolsa de
Comercio, y la Sociedad Rural de Rosario.
Entre
1880 y 1910 se construyeron importantes edificios públicos y privados
como el Hotel Italia, el Hotel Savoy, la Bola de Nieve, el que ocupa hoy
el Obispado de Rosario, la Bolsa de Comercio, el Palacio de los
Tribunales Provinciales, el Teatro Colón y el de la Opera; y notables
residencias sobre los bulevares.
En
1897 quedó inaugurado el Palacio Municipal, sobre la Plaza 25 de Mayo.
El
sistema cloacal, que entró en servicio en 1899 dejó mucho que desear,
y estaba a conectado a un 30% de las casas existentes, por lo que se
habilitaron numerosos baños públicos. La situación higiénica de la
ciudad, a principios del siglo XX dejaba mucho que desear, y fue el
caldo de cultivo de enfermedades contagiosas.
Entre
las instituciones y hospitales que surgieron para dar respuesta a estos
requerimientos podemos mencionar: la Casa de Aislamiento, luego Hospital
Carrasco; el Hospital Rosario (Clemente Alvarez), la Asistencia
Pública, Hospital Italiano, Enfermería Anglo Alemana, Asilo de
Huérfanos, Asilo del Buen Pastor y el de Mendigos.
El
cementerio San Salvador, se inauguró en 1856, y en 1886, el
Enterratorio Municipal, conocido más tarde como cementerio La Piedad.
Para
1910 había 18 sociedades de beneficencia y 26 sociedades de socorros
mutuos. En aquel entonces
la masonería rosarina en auge también cumplió tareas asistenciales.
Entre
1898 y 1904, Rosario contó con la continuidad de intendente hacedores,
de feliz memoria para el progreso de la ciudad: Luis Lamas, Isidro
Quiroga y Daniel Infante.
Una
conquista urbanística la constituyó el Parque Independencia, con 60
hectáreas de extensión, habilitado al servicio público en 1902, que
albergó desde entonces al Jardín Zoológico, al Hipódromo del Jockey
Club y la pista ciclística del Veloz Club Rosario. Ya en ese entonces
Rosario contaba con las siguientes entidades deportivas, por orden de
antigüedad, Rosario Cricket Club, Rosario Athletic Club, Plaza Jewell,
Club Alemán, el Polo Club, Rosario Rowing Club, Rosario Central,
Gimnasia y Esgrima y Newell´s Old Boys.
En
1916 se inauguró el nuevo edificio de la Jefatura Política, frente a
la plaza San Martín, reemplazando al antiguo de Córdoba y Buenos
Aires.
El
vigoroso crecimiento que comenzó a adquirir la cultura rosarina en ese
entonces estuvo reflejado por la creación de un gran nosocomio para
solemnizar el centenario de la revolución de Mayo, el Hospital Escuela
del Centenario. En 1912, se inauguró la Biblioteca Argentina, y se
organizó la asociación El Círculo.
Dos
años después se dictó la Ley Sáenz Peña, que garantizaba el
sufragio universal, secreto y obligatorio, y la provincia de Santa Fe
fue el lugar donde se aplicó por primera vez la nueva experiencia
electoral, que llevó al radicalismo a la gobernación, y a destacados
dirigentes de ese partido y de la Liga del Sur al Congreso de la Nación.
En
conmemoración del primer centenario de la Revolución de Mayo de 1810
la ciudad -que a partir del censo de 1895 ya detentaba el segundo lugar
en importancia y población de la República- con sus doscientos mil
habitantes, construyó por suscripción popular el Hospital del
Centenario y la Biblioteca Argentina. Los imponentes festejos que se
extendieron por todos los barrios, y la colocación de una docena de
piedras fundamentales promesa de futuros emprendimientos, reflejaban el
orgullo de una ciudad progresista que ya contaba con 400.0000
habitantes. Entre 1914 y 1926, apenas 12 años, "había duplicado
su población".
De
cara al futuro
El
siglo XX comenzó y terminó con la realización de dos obras públicas
de magnitud. Las dos fueron tomadas como banderas de la esperanza y señal
de reactivación de los ideales fundacionales de la ciudad de Rosario:
el puerto, en 1902, y el Puente Rosario-Victoria en la pasada década.
La
conmemoración de los 150 años de ciudad bien puede ser una oportunidad
para que los rosarinos reflexionemos sobre los factores constitutivos de
Rosario como un proyecto alternativo al centralismo económico y un
baluarte de las libertades conquistadas por la constitución nacional de
1853.
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